Imposición de lo femenino en infantes por Jefferson Cabrera Amaiquema

Los actos performativos son formas de habla autorizada: 
la mayoría de los performativos, por ejemplo, son afirmaciones 
que, en la enunciación, también llevan a cabo cierta acción 
y ejercen un poder compulsivo sobre la acción llevada a cabo.[1]

Judith Butler

            Es común y cotidiano, para quienes viven o transitan en las inmediaciones de hospitales o clínicas dedicadas o especializas en atenciones pre y post maternales, ver a personas que invitan a perforar los oídos de las infantas. Esto sucede porque existe un ideal que propone que las niñas quisieran tener aretes desde corta edad como símbolo de su belleza y feminidad; y, de la misma manera, es costumbre regalarle a la bebé broqueles de oro para que los lleve puestos al abandonar el hospital, acotando coloquialmente que “la orejita de la bebé es suavecito, ni lo va a sentir”.

Esta es una tradición que se ha mantenido firme durante muchas generaciones, independientemente de la presencia de voces contrarias a esta práctica. Sobre esto, si los actos performativos se denominan como tales debido a su repetición, entonces podría considerarse esta costumbre de la misma manera.  Siendo ese el caso, es posible actuar a la inversa y romper esa imposición.

Existen estudios antropológicos de los aretes o “piercings” tanto en tribus de África como de los que se hacen adolescentes y adultos occidentales en relación con algún proceso cultural, pero de la institucionalización de los aretes en infantes no es posible encontrar algún tipo de levantamiento, aunque, sí se encuentra sugerencias desde la psicología y la psiquiatría que podría haberse instaurado con la expansión de la iglesia católica. Y quizás sea así, es decir, ya en sí mismo Dios dijo hágase la luz y esta se hizo, por lo que bien pudo decir “póngales aretes a las niñas” y se hizo.

¿letrados?

Propongo pensar en la sociedad letrada[2] la cual, conformada por la élite que ha completado un nivel educativo alto, reproduce ciertos pensamientos y paradigmas, que permiten reflexionar sobre los pensamientos de estas élites intelectuales. Los pensamientos de estos individuos letrados o “intelectuales” impusieron sus ideales y hábitos durante la época de la colonia; que, de alguna manera, han logrado persistir en el tiempo, aunque con notables cambios en su constitución y dinámica.

Esta élite intelectual, a la que Ángel Rama denominó “ciudad letrada”, conformaba una sociedad cerrada en sí misma y de extrema burocracia la cual, giraba alrededor de los poderes de la corona y más adelante del gobernante de turno[3]. Su supremacía sobre el resto de la sociedad se debe a que la mayoría de la población era analfabeta; y que cuando llegaron los intelectuales, lo hicieron vestidos de sotana, lo que desembocó que se crease la idea de que la actividad intelectual es sacra y, por lo tanto, es inherente a la élite y a las clases “pudientes”, quienes se consideraban “hijos directos de Dios”[4]. Estos individuos, además de gozar de “buen gusto”, podían definir cuáles eran los roles de la mujer y el hombre en la sociedad, independientemente de la clase social.

Por ello, es posible pensar que esa sociedad letrada fue una influencia directa para las normativas hetero-patriarcales que se promulgaron dentro de la literatura y que representó, a través de varios íconos, una forma de caracterización de la apariencia femenina, lo cual guarda estrecha relación con la ideología alrededor del “género”.

¿género?

La forma de pensar acerca del género, a lo largo de los años, se ha construido a partir de la idea de sexo-cuerpo, es decir, géneros masculino y femenino, desconociendo las posibles diversidades sexuales. La sociedad ha vivido con la idea de que solo pueden existir dos tipos de género: hombre y mujer, negando la posibilidad de que aparezca la figura de un intermedio o de una feminidad que sea masculina[5], perpetuado por el pensamiento de las élites y de la religión.

Con respecto a esto, podemos encontrar los antecedentes y manifestaciones en la forma en la que se trató y construyó el estereotipo de mujer durante siglos. La mujer tenía como única responsabilidad estar al servicio de lo que se necesite en su casa o a merced de lo que quiera su marido. Los roles femeninos se delimitaban a las actividades de granja, criar los hijos, mantener la casa en orden y, sobre todo, ser femenina; mientras que la labor del hombre se remitía a presentarlo como la figura que debía sostener el hogar y quien toma, por lo general, todas las decisiones.

No obstante, el constructivismo social defiende a la sexualidad humana como un producto histórico, socialmente constituido y solamente entendible dentro de los márgenes de una cultura determinada[6], abriendo el campo al reconocimiento de las diversas sexualidades y expresiones de género que pueden manifestarse; y creando, así mismo, una ruptura de paradigma en cuanto a la idea sexo-cuerpo-género.

Butler opina que es posible una subversión que se efectúe desde el cuerpo culturalmente construido y, desde allí, su liberación se dirigirá no hacia un pasado natural ni a los placeres originarios, sino más bien hacia un futuro de posibilidades culturales donde las representaciones se liberen de sus prisiones culturales y en el que, por ejemplo, es posible romper la línea de repetición de perforar oídos.

Para esto, es necesario definir las subjetividades del sujeto. Este es una energía viva capaz de producir o pasar de lo abstracto a lo concreto, es decir, posee la capacidad de crear cosas[7] o contextos, lo que se puede interpretar de las conferencias del filósofo británico John Langshaw Austin (Lancaster, Reino Unido, 1911 – Oxford, id., 1960), quien además afirma que quien domine el uso de la lengua vehiculará el poder de crear las cosas[8].

Performatividad

La performatividad es un hábito que nos transforma y representa una serie de repeticiones de acciones o actividades que, con el pasar del tiempo, modifica no solo la continuidad de dichas repeticiones, sino también a la persona o personas que lo ejecuta. La performatividad, al igual que el acto de la poíesis, pensando en esta como una creación de algo, es algo personal y, por tanto, subjetivo.

Estas repeticiones transmiten un mensaje dependiente de las percepciones del creador y del receptor, que son diferentes según sus propias circunstancias, cuando se habla específicamente del acto de perforar los oídos de los infantes como un acto naturalizado del que se desconoce su inicio o propósito; pero que, en efecto, tiene como consigna la asignación de un rol social y de una categoría sexual.

De ser así, y con el poder que pudiera tener una palabra, es admisible pensar en un nuevo sujeto que sea libre de reflexionar sobre su propia manifestación de género, sin verse presionado por las exigencias de una sociedad, y respetar el cuerpo del bebé como sujeto y no como objeto.

Esto permite que sea posible analizar el sujeto femenino que se construye por los símbolos que le son impuestos desde su nacimiento como, por ejemplo, el colocar aretes[9] si el aparato genital corresponde al género femenino. Para ello, se propone recurrir a una acción performática que reflexione sobre este acto y la “asignación” de género con el hecho de una perforación.

La utilización de herramientas o utilitarios de oficina que representen a la ciudad letrada pueden ser usados como pretexto transformador del sujeto y de su subjetividad ante los otros. La repetición del acto de “perforar” como metáfora de la cantidad de infiltraciones que se hacen a diario en el mundo en los oídos de infantas, acción que pone a este ser vivo como un objeto que debe tener un rol o pertenecer a un lugar.

La acción se realizará en el espacio público y al efectuarse impulsará una transformación en la apariencia del performer quien pasará de verse como hombre a forzar su apariencia femenina como pretexto de su perforación. La repetición de esta acción reflexionará e invitará a reflexionar al espectador en la relación que le damos a las acciones o sus elementos simbólicos como el de un arete en un hombre, o un arete en una bebé. La funcionalidad o experiencia de esta acción performativa podrá seguirse en el enlace anexo a estos párrafos para sugerir una posible reflexión alrededor de este tema.

Bibliografía:

Austin, John L. Conferencia 1: El concepto de realizativo en “Como Hacer Cosas Con Palabras” por J.O. Urmson, traducido de J.L. Austin. How to do Things With Words. The William James Lectures delivered at Harvard University in 1955. Oxford: Oxford University Press, 1962. Barcelona; Paidos Studio, 2001.

Butler, Judith. Lenguaje, poder e identidad traducción de Javier Sáenz Y Beatriz Preciado (Madrid; Síntesis Editorial, 1997)

Elías, E.; Campillo, M.; Ruiz, S. “La Construcción De La Identidad Homosexual Masculina: Estudio De Casos Desde El Modelo De Narrativa” en Revista de Psicología de la Facultad de Psicología-Xalapa Universidad Veracruzana. Pág 3. ISSN 1870 – 5618 https://www.uv.mx/psicologia/files/2013/06/La-construccion-de-la-identidad-homosexual-masculina.pdf


[1] Judith Butler. Lenguaje, poder e identidad traducción de Javier Sáenz Y Beatriz Preciado (Madrid; Síntesis Editorial, 1997) 17.
[2] Desde el contexto académico es imposible no remontar el imaginario al texto de Ángel Rama “Ciudad Letrada”,
[3] Pensando en las etapas de república
[4] Aquello, para la monarquía, era lo que les facultaba para ejercer su autoridad y voluntad.
[5] Esta figura fue cuestionada en Europa donde se llegaba a castigar incluso con la muerte dependiendo la gravedad de los casos
[6] Elías, E.; Campillo, M.; Ruiz, S. “La Construcción De La Identidad Homosexual Masculina: Estudio De Casos Desde El Modelo De Narrativa” en Revista de Psicología de la Facultad de Psicología-Xalapa Universidad Veracruzana. Pág 3. ISSN 1870 – 5618 https://www.uv.mx/psicologia/files/2013/06/La-construccion-de-la-identidad-homosexual-masculina.pdf
[7] John L, Austin. «Conferencia 1: El concepto de realizativo» en Como Hacer Cosas Con Palabras por J.O. Urmson, traducido de J.L. Austin. How to do Things With Words. The William James Lectures delivered at Harvard University in 1955. Oxford: Oxford University Press, 1962 (Barcelona; Paidos Studio, 2001) 41-52.
[8] Sobre esto, es necesario precisar lo descrito por Austin en su primera y segunda conferencia sobre el enunciado como una forma de descripción (mirar y comunicar) en la que describir es representar y esto a su vez es presentar algo que ya existe a través de un enunciado y por lo tanto requiere que estos (los enunciados) sean constatativos es caso contrario, no podrían tomarse como veraces. En ese sentido el creador o poeta, escribe y describe una serie enunciados no comprobables pero que, toman un significado de acuerdo con lo que actualiza Austin en cada una de sus conferencias.
[9] Para muchos países de América Latina y España, perforar los lóbulos de las orejas de las recién nacidas para colocarles aretes es una tradición y representa un logro en el pensamiento de los padres.

Perforar el patriarcado

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